jueves, 28 de agosto de 2014

El concepto de mujer en El gaucho Martín Fierro

La mujer gaucha

    Guerrero y periodista, comerciante y político, español de origen y argentino de nacimiento... socialista comprometido que muere con el nombre de Buenos Aires en sus labios tras haber vivido muy de cerca los aspectos políticos y sociales de su país; así podemos resumir la existencia de José Hernández.

    Su obra más conocida, El Gaucho Martín Fierro, es un bellísimo y extenso poema novelado que pretende documentar la suerte social de los grupos marginados, de los injustamente oprimidos, de los explotados, a través del personaje que da título a su obra. Constituye una literatura de denuncia, un alegato. Su tema central es la dignidad humana.

   El mismo José Hernández, en carta dirigida a su amigo José Zoilo Miguena, expresa la finalidad que pretende con su obra:

“ ...Me he esforzado, sin presumir haberlo conseguido, en presentar un tipo que personificara el carácter de nuestros gauchos, concentrando el modo de ser, de sentir, de expresarse que le es peculiar; dotándolo con todos los juegos de su imaginación llena de imágenes y colorido, con todos los arranques de su altivez, inmoderados hasta el crimen, y con todos los impulsos y arrebatos, hijos de una naturaleza que la educación no ha pulimentado y suavizado...”



   Nuestro interés en el poema se centra en descubrir el concepto de Mujer que este tipo de hombre «no pulido por la educación» y socialmente marginado se ha forjado en su mente. Creemos que el retrato de la mujer que muestra esta obra -escrita en1872- es de una actualidad apabullante incluso en los umbrales del siglo XXI.
 
    En la primera parte, la mujer aparece como una compañera ocasional del hombre debido a su nomadismo. Se la llama china o pilcha y no suele desempeñar un papel decisivo en la vida del hombre. Es más, se la considera un objeto que ocupa un lugar postrero en la escala de posesiones deseadas por los hombres:

“...Yo he conocido esta tierra
en que el paisano vivía
y su ranchito tenía
y sus hijos y mujer...” (vv. 133-136)

    Los sentimientos que pueda expresar una mujer también son reflejados con el mismo desprecio hacia ella. He aquí una muestra al describir los ojos y la actitud de la negra ante la muerte de su compañero, negro también como ella:

        “...En eso la negra vino
con los ojos como ají
y empezó la pobre allí
a bramar como una loba;
yo quise darle una soba
a ver si la hacía callar;
más pude reflexionar
que era malo en aquel punto,
y por respeto al difunto
no la quise castigar...” (vv. 1239-48)

    Esta insolencia, carente del menor respeto a la mujer, podemos encontrarla en el fragmento en que aparece una pareja de negros durante un baile en una pulpería:

“...Al ver llegar la morena
que no hací caso de naides
le dije con la mamúa:
va.ca...yendo gente al baile;
la negra entendió la cosa
y no tardó en contestarme
mirándome como a perro
...más vaca será tu madre.
Y dentró al baile muy tiesa,
 con más cola que una zorra,
haciendo blanquear los dientes
lo mismo que mazamorra,.
Negra linda –dije yo-
Me gusta pa la carona,
y me puse a tararear
esta coplita fregona...”  (vv. 1151-67)

Así pues, a la mujer se le humilla y desprecia comparándole con animales cargados de comnotaciones negativas como la mula, perra, loba, zorra o vaca; se le trata con ironía, como en el caso de darle el nombre de Inocencia a la mujer de Cruz, el compañero de Martín Fierro, que había engañado a su marido y a su amante; se le abandona a su suerte, como demuestra el hecho de no dejar nada a su mujer y llevárselo todo cuando parte él hacia la frontera... En definitiva se le niegan las dotes humanas e incluso morales, justificando además el uso de la violencia, como en el caso de Vizcacha:

“...Mató a su mujer de un palo
porque le dió un mate frio...” (vuelta 2287-8)

Este concepto de mujer, tan extendido aun hoy cuando se la considera como género y no como mujer concreta hacia la que se tiene un cariño especial, se va transformando cuando la soledad le hace aflorar sus sentimientos más recoletos:

“...Quien es de un alma tan dura
que no quiere a una mujer
lo alivia en su padecer;
si no sale calavera,
es la mejor compañera
que el hombre pueda tener.” (vv. 1753-58)

Empero, aun se aprecia en ese fragmento una actitud egocéntrica que refleja la mentalidad del varón; para éste la mujer ha de adaptarse a él en vez de compartir ambos los  gozos y sufrimientos que acaecen durante la vida.


La segunda parte de la obra nos muestra una nueva visión de la mujer. Se expresa en la figura de la Cautiva a la que se nos muestra como fiel amante de sus hijos o en la de la esposa de Fierro, que va en busca de su hijo. La maternidad, una vez más ha elevado un grado la consideración que una mujer merece al hombre. Gracias a ella ésta pasa a ocupar un puesto preferente entre las posesiones deseadas por el varón. Reflejo de esta valoración es la comparación con animales cargados con rasgos positivos, como el caso de la leona, que nos evoca la majestuosidad.

La única referencia al hombre formando parte de una celula familiar clásica es la del negro de la payada. Se la muestra compuesta por él mismo, su mujer y diez hijos; y el hecho de anteponerla a estos lleva implícito el considerar al negro como hombre de inferior categoría.

La visión de la mujer en esta obra presenta una evolución desde considerarla un objeto más al servicio del hombre, pasando por una posesión que le permite perpetuarse, hasta ser el centro de la familia. De ser una compañera ocasional  logra transformarse en el pilar básico de la organización social que posibilita el afincamiento del gaucho y su integración en la vida social y útil.

No obstante, en todo el poema, la mujer no se equipara al hombre en su dignidad. Este se considera más digno que los restantes seres de la creación por tener entendimiento y corazón; la mujer necesita de él para lograr una categoría similar y el varón exclusivamente la reconocerá cuando forme parte de su mundo, es decir, cuando afronte su maternidad que ayude a perpetuar la raza de los varones y exclusivamente por ese motivo.

Por tanto, la obra nos muestra un concepto de mujer mutilada, sin personalidad ni intereses concretos. Aun más, sin entendimiento, pues éste es el que hace digno al hombre. En definitiva, viene a afirmar que la mujer es un animal más de la creación al que el hombre eleva temporalmente gracias a una facultad que ella posee, la de la maternidad.

A modo de colofón, queremos resaltar que esta excelente obra poética cumple fielmente el objetivo de su autor. Consiste en mostrar la vida y pensamientos de un personaje rudo y sin educación, acostumbrado a la soledad y a una visión parcial y machista en la que no sólo se ignora la perspectiva de la mujer y su escala de valores, sino que se la denigra y se  niega incluso su humanidad. Es más, su autor, en el último tercio del siglo XIX, nos da unas pautas de actuación para erradicar este pensamiento misógino, que desgraciadamente aun en el año 2000 no están consolidadas. Se trata simplemente de que la sociedad identifique este tipo de discriminación de más de la mitad de la humanidad, exclusivamente por razón de género, con un ínfimo nivel educativo y así lo ponga de manifiesto reiteradamente.


   


Ana Mª Gª-Junco del Pino